Hay mañanas de esas que no deberían existir. Hay cosas que son incomprensibles pero que convierten una mañana que tenía que ser normal en una especie de infierno de llamadas y trabajo.
Ya que dicen que el trabajo es salud, pues nada esta mañana me he debido de recargar para el resto de la semana.
Por cierto, ya podía ir llegando el sábado a las cuatro de la tarde y descansar hasta el lunes a las ocho de la mañana.
En fin, vivimos para el trabajo. ;-)
jueves, abril 21, 2005
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