Nada más pasar por delante de él, supe que tenía que retratarlo, que tenía que inmortalizarlo. No sé si es lo solitario que estaba esa mañana, la sencillez de su materiales o los dos pedazos de ladrillos que alguien con imaginación había puesto en dos de sus patas.
Así que le hice una foto y me despedí de él, deseándole que este verano no pase mucho calor y que el invierno no sea duro. Tal vez nos volvamos a ver el año que viene.
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1 comentario:
Hola Dani jeje sabes eso pasa mucho en Mexico encontramos cosas tan chuscas para reparar las cosas segun nosotros
besos
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